jueves, 15 de noviembre de 2012

Salón de rechazados – Héctor Ranea


—Es cierto, Doctor, pero no vamos a poder dejarlo acá. Las órdenes son que nadie en su condición ocupe un lugar de los pocos que tenemos.
—Mire —hice una pausa tratando de dejar que hablara el Doctor, pero al ver que enmudecía me animé, aunque la voz decúbito me sale mal— entiendo las regulaciones, pero o me admiten o la vamos a pasar mal acá. Y no me malinterpreten, no es una amenaza. Es la biología, ¿sabe?
—Como sea. Usted habla, se mueve. ¿Qué quiere que le diga? No puede quedarse acá.
El Doctor parecía que pensaba, pero me daba cuenta de que estaba estupefacto. Balbuceaba cosas incomprensibles.
—No le entiendo, señor —dijo el encargado de la Sección. —¿Podría ser más claro?
El enfermero que me había llevado se había corrido del centro de la escena. Parecía decir que a él lo enviaron conmigo pero que no quería hacerse cargo y se liberó de todo pasándole el fardo, vale decir yo, al médico.
Éste me miraba con aprensión e indecorosamente. Me había hecho trasladar hasta acá y en el trayecto le habían cambiado las cartas. Parecía que, mirándome, entendería cómo se había equivocado. O peor. Estaba seguro de no haberse equivocado.
—Doctor, hagamos una cosa —dijo el encargado, notando el desconcierto del médico. —Lléveselo por ahora y vuelva más tarde con el señor, si es necesario.
—El problema —atinó a decir el médico— es que arriba no tenemos más lugar. La cama del señor —me señaló— ya fue ocupada. Se suponía que no la necesitaría, después de todo.
—Mire —dije— a mí no me explique nada. Mándeme a casa.
Se hizo silencio. En verdad, nadie sabía qué hacer conmigo.
—Yo no sé —dijo el encargado con las manos en jarra —pero sáquenmelo de acá. Tengo trabajo que hacer y en el mismo acto, con un sello que tenía en la mano me estampó en el pecho una leyenda en rojo: rechazado.
En tanto fui el primero de la morgue del Hospital, formé primero un grupo de autoayuda, después una cooperativa de trabajo para zombis y, finalmente, estamos organizando grupos musicales que después tocan en los salones de rechazados. Con algunos amigos, nos dedicamos al rock. Nuestra banda se llama: Los Rechazados de la Morgue. Esta noche salimos de teloneros de Los Rolingos, una de medio-muertos que tuvo más éxito que nosotros porque el bajista es mujer. Sí; ésa que se electrocuta en todos los recitales. Ésa misma.

Sobre el autor: Héctor Ranea

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