viernes, 20 de julio de 2012

Dirán, con temor, nuestro nombre en los fogones - Daniel Frini


Drop me miró, y supe lo que pensaba. Desde niños nos entendimos con la mirada. La bella Targ estaba bañándose en el arroyo que está a dos tiros de piedra de los Árboles donde pernocta el clan. Estaba hermosa con sus brazos peludos y sus pechos caídos. La ataqué con una piedra. La llevamos hasta el Gran Árbol Viejo. Mientras esperamos que despertase, se desató una tormenta. Como es tabú tocar mujer dormida, nos refugiamos bajo La Piedra. Un rayo tremendo impactó directamente en la cabeza de Targ. Así inventamos la picana. Generaciones venideras resolverán como hacerla portátil o regular la intensidad del voltaje. Menudencias.
Después atacamos a Zrup, hijo de Fluj. Lo empujé y una vez en el suelo, Drop puso las manos en su cuello. Zrup dijo:
—¿Uhgg pllu kkhhugg?
—¿Que dijo, Grog? —me preguntó Drop, que no entiende el lenguaje del clan de La Caverna.
—¿Qué hacen, muchachos? —traduje.
—¡Ghh kkugghh sshgguhh! —dijo Zrup
—¿Y ahora qué dice? —me interrogó Drop
—Nada. Ahora se está ahogando porque le apretás el cuello —contesté.
Entonces, Zrup se marchó junto al Gran Espíritu.
Luego matamos a Ull, la de cabellos amarillos; al viejo Grp, a la bruja Jjgh y a Zop, domador del Gran Tigre; a Yog, a Xtog, a la gorda Hgg, al pelado Dyp, a Xorg, a Kxarg y al rengo Dpog. Todo eso en un sol y una luna; y por diversión.
Seremos recordados.
Los primeros asesinos seriales de esta incipiente humanidad.

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