martes, 12 de junio de 2012

El mar Rojo – Ada Inés Lerner


Miré el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de infinitas estrellas y como una enamorada lo llamé con mi canto.
Yo esperaba encontrarlo en la playa; era mi regreso a casa. Yo esperaba que él estuviera ansioso por mi, como yo lo estaba por abrazarlo. y cuando la nave se iba acercando a Marte y vi el faro, el faro de nuestra primera cita, lloré.
Las olas crecían y la espuma cubría de luz el mar oscuro que se iluminaba sólo cuando el faro giraba blanco rojo blanco rojo blanco rojo blanco rojo.
Entreví a un hombre que corría por la playa hacia el faro y la sirena parecía llamarme para que me encuentre con él. A pesar de las luces del faro, de la voz potente de la sirena que lo llamaba por mí la niebla fue culpable de un error del piloto y nos dejó lejos, demasiado lejos.
Dijeron que me estaba esperando, que la sirena llamó y él fue a mi encuentro.
Siguieron minutos de un intenso silencio, yo corría por la playa, dicen que él también y que en su desesperación no advirtió que la marea crecía y crecía y que las olas, grandes olas abrieron el mar como aquel otro mar bíblico y fue ese mar el que emitió una especie de llanto sordo, como un volcán enfurecido y se lo llevó.
Yo lo buscaba moviendo la cabeza de un lado a otro, buscaba los sonidos del faro que ahora se perdían en la niebla. Algo retumbó en mi interior. Y se me encendieron los ojos. Corrí azotando el agua, y me acerqué a la torre con ojos furiosos y atormentados.
El mar lo incorporó. Vislumbré un momento su cuerpo a la deriva llevado por olas gigantescas, también vi una brillante piel de su cara sonriéndome, Su cabeza brilló ante mí como un caldero, grité grité grité. Las olas lo sacudieron y lo abrazaron.
El capitán de la nave quiso detenerme pero yo seguí corriendo y él me tomaba del brazo en un desesperado intento de ayudarme, de serenarme, yo rugía y trastabillamos y caímos juntos en la orilla.
Otros tripulantes se acercaron y alguien me levantó en andas.
—¡Rápido! Llevémosla a la guardia médica.
Dicen que me desmayé por el esfuerzo. No recuerdo nada más, pero no es justo amar tanto y que nos quiten ese amor tan brutalmente, el hombre que amé había desaparecido en ese mar que llevaba ahí millones de años.
El mar me lo quitó por celos
Y todo terminó de pronto, y no hubo más sueños sólo oscuridad y el golpear de las olas desiertas, tan desiertas como mi corazón, esas olas golpeaban contra la arena de la playa roja marciana.

Acerca de la autora:
Ada Inés Lerner

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