lunes, 7 de mayo de 2012

Un paseo por Oniria - Sergio Gaut vel Hartman


Tiburcio había estado soñando con Rosa. Caminaban por el parque, aspirando el terso aroma de los jazmines y se besaban cada cuatro o cinco pasos. Era tan profundo ese amor que apenas si necesitaban expresar con palabras lo que sentían. ¡Era como vivir en el Paraíso! Pero en algún momento despertó y la realidad, con su maníaca capacidad de mutación, lo envolvió entre sus tentáculos, lo masticó hasta convertirlo en un prosaico amasijo de tejidos inconexos y lo regeneró ubicándolo en el cuadro del pasillo, en medio de un paisaje escalofriante, hecho de torbellinos azules y sombreros periféricos que fornicaban para asegurar la supervivencia de los gliptodontes, aunque sin demasiado éxito. Gritó hasta hartarse y finalmente fue escuchado por un nazi que expiaba sus pecados salvando gitanos.
—¡Expío, expío! —zureaba el nazi que había tardado un siglo y medio en tomar conciencia de su situación—. ¡Expío, expío! —Fue escuchado, pero eso no significa nada, por lo menos en esta microficción desquiciada. El nazi se metió en una cervecería del patio y pidió cocacola.
—¡Quiero soñar! —gritó Tiburcio, desaforado, pero solo logró descomponerse en azules, rojos y amarillos.
—Demasiado primario para mi gusto —comentó Rosa mientras recorría el pasillo, a la sazón transformado en un laberinto digno de Euler. Está de más decir que fuera del sueño, Rosa se comportaba como Demi Moore en Una propuesta indecente—. Me voy a casar con un famoso pintor cubista, pero antes me quiero divorciar de él —completó señalando el macetero en el que unos tulipanes artificiales bailaban tango con cortes y quebradas, aunque todo el mundo sabe que los tulipanes artificiales son sordos.
Decepcionado, Tiburcio fluyó hasta los zócalos, donde fue devorado por una tarántula lopezregus, pero solo por un rato, ya que no tardó en hallar su mano, un vaso de lantano en estado líquido y un comprimido de Ribotril, que lo devolvió al hermoso sueño con Rosa, el parque, los jazmines y los besos.

Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman

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