miércoles, 9 de mayo de 2012

Amores extraños – Héctor Ranea


Enamorado o no, estaba hecho un estúpido. Caminaba siempre con ella sin importarle si mostraba interés o no. La llevaba y traía a todos lados como si ella se diera cuenta de su existencia. Es más, ella actuaba de la misma manera que todos al subir a un taxi. No recordaría su cara seis segundos después de bajarse. Ella inmutable, impasible, impertérrita, impávida, permanecía con él por reflejo. Todas las mañanas él la bañaba, hacía el desayuno con ella, la hacía participar en su ducha. Incluso estaban juntos cuando él movía el vientre y tampoco la abandonaba al salir a tomar unas copas con los amigos. La tenía clavada en lo más hondo, formaba parte de él casi desde su adolescencia y no pensaba dejarla aunque a ella realmente lo único que le interesaba era, como se dice, chuparle la sangre. En verdad eso hacía. Él se había enamorado de esa chupa-sangre y no quería desprenderse de la garrapata. La tenía bajo su piel, como Sinatra canta desde hace cincuenta años, tal vez más.

Acerca del autor:
Héctor Ranea

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