domingo, 1 de abril de 2012

La máquina retórica - Gonzalo Santos


—Creo, me parece, sospecho, intuyo que, en mi opinión, tal vez debería cambiar su personalidad dubitativa, porque, desde mi perspectiva, desde mi subjetividad, lo que veo, o por lo menos yo lo veo así, es que eso le traerá consecuencias negativas. No es bueno, según mi punto de vista, entablar relaciones con alguien tan inseguro, de manera que tal vez, quizás, le convenga, acaso, rever su manera de comportarse. Opino (siempre desde mi opinión: no lo olvide) que si usted quiere ser un gran orador y hacer un curso de Retórica con nosotros (si es que es eso lo que quiere, porque no lo sé, sólo lo imagino) debería empezar por leer a los grandes clásicos, como la Retórica de Aristóteles o el elogio de Helena de Gorgias. Pero no, no se enoje: recuerde que esto es apenas una opinión. Mi opinión. Vaya comprendiendo: acá todo lo que acontece es opinable y descreemos de la realidad exterior al discurso. Es más: usted ahora quizás, tal vez, está pensando que quien está frente a usted es una persona. Pero no, amigo: se equivoca. Soy una máquina retórica, y mis variables son el oxímoron, el anacoluto, la sinécdoque, la metáfora. Acá vienen a consultarme por problemas y yo les vendo discursos persuasivos y, en algunos casos, cursos de oratoria. Usted me pareció, tal vez, una persona que necesita algo más que salir del paso y por eso acaso consideré la posibilidad de que, por ahí, necesitaba entrenarse verbalmente durante algún tiempo. Pero dígame: ¿Qué es lo que usted piensa, opina, cree que busca?

—Soy ministro de Nación y necesito retirarme con decoro del desastre político que usted, tal vez, conoce.
—Muy bien. Presione el botón azul. Ingrese datos referentes al auditorio al que tenemos que dirigirnos y escriba una breve autobiografía, seguida de una lista de sus enemigos políticos con la respectiva descripción de crímenes verosímiles de los que pueda inculpárseles. Luego elija una de las siguientes opciones: ethos (si quiere persuadir mediante las bondades de su persona), pathos (si lo que quiere, en cambio, es suscitar emociones y jugar discursivamente con ellas) y logos (si, además, prefiere un texto racional que apele al intelecto). Por último, ingrese el dinero en la ranura de la derecha y mañana, tal vez, tendrá listo el discurso. ¿Alguna pregunta?
—Ninguna.
—Pues muy bien. Que pase el que sigue.

Sobre el autor: Gonzalo Santos

2 comentarios:

Arturo dijo...

Estoy convencido de la veracidad del texto que leí.

Gonzalo Santos dijo...

Incluso puede que la realidad supere la ficción, también en este caso. El cinismo, en ocasiones, crece más que nuestra imaginación.