martes, 21 de febrero de 2012

El único que leerá este cuento, será mi estómago - Arantza Ruiz de Mendarozqueta


A las once de la noche había terminado el recital. ¡Qué gran show había dado Spinetta! Después de eso, todos estábamos hambrientos. Pero se armó la discusión entre mis padres. “¡Delivery no porque tarda mucho!” y “¡No que yo no estoy para cocinar!”. Al final mi madre ganó la batalla, que decía que era mejor cocinar, pero se vino la complicación… ¿Qué íbamos a cocinar? Sopa. Era una comida rápida y sencilla. Llegamos a casa. Luego de unos minutos la sopa estaba lista, y todos nos sentamos en la mesa. Estaba por probarla cuando noté que estaba hecha con fideos en forma de letras. Mientras las miraba con mucha atención, se me iban ocurriendo oraciones. “Estas oraciones podrían pertenecer perfectamente a un cuento”, pensé. Luego de unos minutos de meditación, se me ocurrió una idea genial para mi cuento. Empecé a juntar letras en mi cuchara, armando las oraciones. Cuando ya no quedaba más espacio en ella, me la tomaba. Así seguí y seguí armando oraciones, mientras mis padres me miraban muy extrañados. Mi cuento terminó luego de terminar el segundo plato de sopa. “Después de todo”, pensé, “el único que leerá este cuento será mi estómago”.

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