jueves, 1 de diciembre de 2011

Verdadera historia de la extrañeza - Lilian Elphick


A Franca Chela la mataron un sábado de madrugada, mientras comía pizza de pimientos, anchoas y doble queso junto a sus amigos, Aquiles Pinto Rojo y Var O' Neill, voluntarios y veteranos del ’73 y del ’68. Franca estaba al lado del ventanal y alcanzó a escuchar el chirrido del vidrio antes de que la bala penetrara en su espalda. Tenía la jarra de cerveza en su mano. Salud, compañeros, alcanzó a balbucear, y cayó arriba del triángulo de masa a la piedra que cobijaba una anchoa de huesitos crujientes. Pinto y O´Neill sacaron sus pistolas y corrieron por una calle adoquinada que sólo existe en mi memoria. Estaba oscuro. Acaso lograron divisar un pelo escarlata y oír unos tacones de filo imperfecto. Acaso la neblina típica del puerto logró desorientarlos. Pinto creyó percibir la risa de Franca; en cambio, O'Neill, por un segundo, olió su perfume de vainilla. Lo uso para que me deleiten, como un flan, decía ella. Hasta que comprendieron.
Ya comenzaban a ulular las sirenas. Los hombres optaron por salir de la ciudad. Pasaron varios años escondidos, de covacha en covacha, en pueblos perdidos y aldeas insignificantes. Nunca pudieron entender cómo liquidaron a su amiga de jaranas, la alegre Franca, quien se había auto eliminado en aquel restorancito de mala muerte.

Sobre la autora: Lilian Elphick

2 comentarios:

Mónica Ortelli dijo...

Excelente microrrelato para desmenuzar con diente afilado.

Ogui dijo...

¡Chapó, Lilian!