domingo, 11 de diciembre de 2011

Un caso de escopeta - Fernando Andrés Puga


Buscaré otro. Este no me sirve. El individuo que me ocupa insiste en quejarse, en inhibir sus deseos, en dar vueltas en una baldosa creyendo ser dueño del cielo.
Este cuerpito gentil merece otro habitante. Alguien que lo saque a pasear, a escalar montañas escarpadas, a atravesar ríos torrentosos. ¿Qué sé yo? Algún aventurero. Alguien que no permita que las lumbares se retoben e impidan que me enderece hasta que llegue la inyección a la nalga.
Este sujeto es insufrible. No me cuida. Más aún: no me quiere. Está tan ocupado alimentando a esos pájaros que le revolotean dentro de la cabeza que se ha olvidado de mí.
Yo estoy para otra cosa. Hace tiempo que no me encuentro con otro cuerpo. Es que a este tipo nadie le da pelota. Se cree… no sé… ¿Rimbaud? ¿Cortázar? ¿Dolina? y no es más que un pobre infeliz que nunca logra completar ni una línea. ¡Y yo quiero una mujer! ¿Se entiende? Tocar, manosear, excitarme, sentir profundamente cosas que ya tengo olvidadas o apenas vislumbradas…
Mete el doble caño en la boca y aprieta el gatillo. Se ve que él tampoco la pasaba bien conmigo. Se deshace en el aire. Muere.
Ahora, tendido en el piso, sonrío.
Espero llevarme mejor con mi próximo huésped, acaso por fin seamos uno.

No hay comentarios.: