miércoles, 31 de agosto de 2011

Los caballeros juran a menudo – Héctor Ranea


A Alexandra Jamieson Barreiro

—¡Me estáis tomando el Real pelo o qué? —dijo la Hermana Caramelo Muy Grande al Caballero Azul Tercio—. ¡No existe nada de todo lo que nos acabas de contar, vamos! Rata inmunda, con estas porquerías me estáis tratando de engañar. ¡Cómo me gustaría ser la Reina de Corazones para podarte la cabeza so estólido!
—Mi Señora, os lo juro por el lomo de mi caballo, lo que dije es verdad. Todo es absoluta y completamente cierto —dijo el Caballero en su descargo—. Lo siento si no he sido convincente, pero el mundo ahí afuera es tal como os lo describo. No digo más que la verdad, creedme, por favor.
—¡Eres un idiota! ¿Cómo es eso de que los Caballeros ahora juran sobre los lomos de sus caballos y no sobre las manos de sus madres? ¡Tú eres un Caballero falso, puedo aseguraros eso! —dijo la Hermana Caramelo Muy Grande dando vuelta su boca y apuntando con su Pulgar del Real Pie a los Gentilhombres que estaban atrás del asiento de la Princesa, a la izquierda de la Hermana Caramelo Muy Grande. Después de esta Real Imprecación, se escuchó un grito muy fuerte que llenó la Sala de Audiencias.
—¿Comprendéis lo que digo? —preguntó desesperado en extremo, con su armadura echándose a la retranca oprimiéndole el pecho como un tubo de dentífrico, todo el Caballero temblando como una gallina frente al zorro.
—¿Cómo habrá sido que obtuvisteis el título de Caballero?, me pregunto —dijo la Cabeza Flotante del Maestro y Contralor de la Audiencia. —Usted me parece una pluma sacudida por una tormenta: así como sopla el viento se tuerce la rama… o algo así —terminó (en realidad, fue su cabeza) entre confusiones y jadeos.
—¿Escuchasteis ese gruñido tremebundo? —preguntó el Caballero aterrorizado, apuntando con su único dedo izquierdo hacia arriba—. Este es el final, como os lo advertí; ¡pero no me creísteis! Ésta es una de esas… cosas que el mundo horrendo que os describí nos está trayendo.
Mientras, esos gritos endemoniados hacían temblar la construcción cada vez que se oían, pero el último de todos puso a la gente en alerta, evidentemente tiesos de terror.
—¿Veis Mi Señora? Lo que dije es verdad. Hay otro mundo ¡y es muy diferente del nuestro!
Ahora era la Hermana Caramelo Muy Grande la que temblaba y lloriqueaba: —¿Y qué se supone que harán con nosotros? ¡Dime, Caballero Azul o juro que os mataré con mis propias manos! Juro que lo haré antes que esperar que esos personajes extraños nos maten a todos.
—Ojalá lo supiera Mi Señora. No conozco ese mundo, sólo lo he vislumbrado como a través de una bola de cristal. Mis conocimientos de ese maldito mundo vienen de pispear y ojear acá y allá. ¡Perdonadme si no tengo otras respuestas, por favor!
Esas fueron sus últimas palabras. Un pico gigante lo tomó y lo hizo desaparecer de al lado de la Hermana Caramelo Muy Grande. En un instante, lo único que quedó en el aire fueron sus gritos y juramentos. Después, esas palabras sólo fueron truenos en las orejas de los Gentilhombres y de La Hermana Caramelo Muy Grande, que ahora sudaba copiosamente como una jirafa azul en verano.
—¿Es este tipito suficiente para ti, Madre? —dijo Gran Bicho Samsa.
—¡Vamos, hijo! ¡Puedes apostarle que no! ¡Por el amor del cielo! No es suficiente ni para mí ni para nadie ¡Por favor! —Dijo Mamá Bicho.
El Gran Bicho Samsa miró por más comida y: ¡ahí estaban todos esos tipitos! Había una multitud de gente pequeña en los arbustos que hizo que el Gran Bicho Samsa se recordara a sí mismo, unas semanas atrás, antes de la Metamorfosis. Había más tipitos que los que su pico podía alcanzar de modo que dijo:
—¡Madre, he aquí nuestra cena! Por favor llama a Padre Bicho a comer también. —Y comenzó a picotear cazando los Gentilhombres del Rey y los caballos del Rey (aunque a decir verdad, eran de la Princesa).
Estas fueron las consecuencias de la Metamorfosis y, por supuesto, del apetito de los bichos.

Héctor Ranea

4 comentarios:

Javier López dijo...

Héctor, has dado con la clave de una de las cosas que más me gustan en la vida: las jirafas azules en verano. ¡No podría vivir sin ellas!
Me gustó su Corte-Zoo.

Ogui dijo...

Es una buena costumbre navegar con jirafas azules. Ahora que empieza la primavera hay que ver si maduran... si encuentro te mando fotos. El que me preocupa es Samsa, no come casi nada...

Javier López dijo...

Empieza la primavera para ustedes, Los Que Viven Boca Abajo. Nosotros, Los Que Vivimos Boca Arriba, casi vamos a entrar en el otoño, que además se ha anticipado porque lleva varios días lloviendo. Hace una semana estaba en la playa con temperaturas de 35 grados... El clima va como va, y eso afecta a todas las criaturas, quizá Samsa, bicho sensible donde los haya, esté detectando el cambio y de ahí su falta de apetito. Pruebe con bizcochitos...

Ogui dijo...

Vivir boca arriba tiene consecuencias porque los bichos les caen inescrupulosamente cuando se suicidan... :D
En cuanto al clima yo, cuando llueve, hago lo que dice el viejo Alpargatas: si llueve poco poco me mojo, si llueve mucho voy en patas...
No hay mucho más que hacer, excepto lo que hacen ciertos filósofos chinos al amanecer, mientras aguaitan las primeras luces.