jueves, 25 de agosto de 2011

Las delicias de la causalidad – Sergio Gaut vel Hartman


Iba caminando por la calle Florida y tropecé con uno que pedía limosna. Metí la mano en el bolsillo y encontré ciento veinticinco pesos. Se los di.
—Gracias —dijo el ciego—. Pero ¿no es demasiado?
—Es dinero falso —respondí. En la base nos enseñaron a ser sinceros.
—Bueno —dijo entonces el ciego—, yo no soy ciego, en rigor a la verdad. Esto es una pantalla para encubrir las actividades que realizo.
—Yo ni siquiera soy humano —repliqué—. Pero al reclutarnos para esta invasión nos dijeron que nos comportáramos educadamente y que diéramos limosna, si nos pedían.
—¡Yo también soy un invasor extraterrestre! —dijo el ciego, entusiasmado por la coincidencia.
—¿Sí? ¿De dónde?
—Del cuarto mundo de Tau Ceti. ¿Usted?
—Del tercer mundo de Tau Ceti.
—Pero mire qué casualidad. Somos vecinos y nunca nos vimos.
—Es que yo soy muy reacio a ir a las reuniones de consorcio del sistema.
—A mí me pasa lo mismo.

3 comentarios:

El Titán dijo...

señor: usted seguro nunca escribió para la dimensión desconocida? Rod Serling se perdió un gran guionista...

clementina dijo...

Considero que estos encuentros terrícolas extraterrícolas acontecen debido a un cosmopolitismo en apariencia local y de veras que todo es uno si pensamos en ninguno. Ahora que leí esta magistral historia ya no me siento un bicho raro… sé que hay más casos como el mío.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Seguro, Esteban; yo era muy pequeñito en esa época y había llegado a la Tierra muy poco tiempo antes de que Serling lanzara su serie. Justamente, con Clementina compartimos asiento en el bus galáctico que hacía el recorrido Heliconia-Tierra. Es una pena que el Emperador del Sector 9, al que pertenecemos, haya declarado "ramal que tiene pocos pasajeros es un ramal que se desactiva". Por ese mismo motivo no hemos podido regresar a nuestro mundo patrio.