sábado, 2 de julio de 2011

La palabra del cuervo – Cristian Mitelman



Era un hombre que tenía el don de proferir siempre la palabra exacta. Al principio fue feliz, pero cuando los viajeros empezaron a reunirse a la salida de su casa para oírlo, se dejó ganar por una mezcla de angustia y vértigo.
Las mujeres iniciaron una persecución feroz y aun las rechazadas se sentían plenas y volvían para ser rechazadas nuevamente. ¡Tal era el don de su palabra!
Entonces nuestro hombre comprendió que en realidad había recibido una maldición y vomitó una serie de atrocidades que sus seguidores recibieron en éxtasis, porque consideraban que había que leerlas en clave alegórica. Según ellos, en el reverso de tales blasfemias anidaba la palabra exacta.
Decidido a no ser despedazado, logró escapar a un monasterio de clausura. Pero allí también lo persiguió la maldición. Los monjes veían en él la coronación del silencio exacto.
Al no poder hablar ni estar mudo, eligió el único destino posible. Lo hallaron con una soga de nogal pendiendo del árbol más alto de la comarca. Los cuervos, en vez de picotearle los ojos, destrozaron su lengua y cada uno se llevó una pequeña parte de la palabra exacta.
El más oscuro de ellos fue el que profirió, en cierta noche de tormenta, aquel "never more" que impresionó al poeta.

1 comentario:

Ada Inés Lerner dijo...

o como dice Charlie "say no more". Muy bueno