sábado, 2 de julio de 2011

El último contacto – Michael K. Iwoleit


Seguro que es “eso” lo que me ha despertado. Es alto, delgado y se desplaza con las dos extensiones que sobresalen de su parte inferior. Su exterior es terso y plateado. Dos extensiones más colgaban a sus lados. Su extremo superior es redondo y lustroso. La cosa con forma de cono que está reposando en el terreno no tan lejos de aquí debe ser el vehículo en el que vino.
He dormido por casi un millón de años. Este mundo ha cambiado tanto, que está irreconocible. No queda ningún ser vivo. Sólo rocas desnudas y descompuestas. La atmósfera está tan delgada que pareciera que se ha desvanecido. Cualquier vestigio de nuestra civilización ha desaparecido, a excepción de mí. He conservado nuestro pasado y nuestro conocimiento por tanto tiempo, esperando poder contarle a algún visitante lo que hemos sido. Ahora debo crecer y expandir la información comprimida en mí. Y tengo que hacer contacto con “eso”. Hacer que note mi presencia. Nuestro visitante. El primero y, quizá, el último.
Cuando Ben abandonó la esclusa de aire de la sonda de aterrizaje, se quitó el casco y el brillante traje de presión, el reporte en su cabeza ya estaba terminado. Nada que pueda justificar la explotación de un planeta tan alejado de las rutas principales. Por un instante se preguntó sobre los patrones de color extraño que se propagaban por el suelo según se acercaba. Pero la xenobiología no era asunto suyo.
He fallado, fue el último pensamiento de lo que él dejó atrás. Pero nuestro sol aún irradia energía suficiente para mantenerme vivo mientras duermo. Esperaré por otro millón de años, si es necesario.



Título original: Last Contact
Traducción: Oriana Pickmann


Michael Iwoleit

Imagen (fragmento): Sunflower, de KarmicCircle en deviantArt

1 comentario:

Ada Inés Lerner dijo...

Està bien. Que consulte con la almohada.