domingo, 3 de abril de 2011

Bien pagáu – Héctor Ranea


Era bueno como el pan, pero ella quería alguien que tuviera ese poco de pimienta que lo hiciera malvado al apretarla en el amplexo.
Era dulce como la miel, pero ella hubiera querido que a veces amargara su sosiego con el alcohol exigiéndole algo que ella negaría.
Su mirada era tan suave como la de Platero el borriquito, pero ella hubiera querido el ojo de un dragón para desnudarla de sólo mirarla.
Tenía el corazón de oro, pero ella deseaba que su cuerpo entrase en combustión como papel para cometas al tomarla para sentir su fuego entrando en ella y no la frialdad del oro manteniéndose a distancia.
Él ronroneaba como un gato pero a ella le gustaban los que aullaban como coyotes frente a su cuerpo.
Él hablaba con la voz sublime de un ángel que bajara para tenerla entre tules, pero ella quería la voz del trueno en el hombre que la poseyera.
Al abandonarlo, dejó en la mesa de luz un pan, un caramelo de miel, la foto de su gato, un libro de Platero y yo que él le regaló, el ángel de bizcocho que le ofreció una Navidad, la alianza de oro y una nota: Date por bien pagáu. ¡Y olé!

3 comentarios:

Sucede dijo...

Qué bueno!
Aunque supongo que a él no le haría tanta gracia...
Gran texto!
Saludos!!!

chely dijo...

Te pasaste Héctor.
Pobre hombre ¿si o no?
Cariños

Ogui dijo...

No sé... no lo pensé como "pobre" sino desubicado... ¿no? tal vez la que acá sufrió es la mujer. No sé... Pero gracias por los comentarios... ¡nos seguimos leyendo!