jueves, 10 de marzo de 2011

Arte negado – Sergio Gaut vel Hartman


Luz descubrió que el pigmento se había saltado en la esquina superior izquierda del cuadro tres días después de que Gloria lo expusiera a la atmósfera pestilente de la sala del subsuelo. Sin perder la calma, lo untó con pasta reparadora, tal como le habían enseñado, y esperó que la cosa funcionara. Pero no funcionó; en una ancha franja, exactamente el espacio que correspondía a la laguna, se veían las marcas de una obra previa; el daño era irreversible.
Tomó el teléfono con una idea cabal de lo que le diría a Gloria, aunque su mente no podía abandonar la deriva que la llevaba a una imagen perturbadora: Pablo, el androide, proporcionándole un masaje sensual a la dueña y señora del lugar. ¿Debía reprimir esa representación? A Gloria no le importaban los cuadros y las esculturas; sólo permanecía al frente de la galería porque había firmado un contrato con su padre, un famoso curador fallecido un par de años atrás.
—El sabor de ciertos manjares no es para un paladar como el tuyo —dijo Luz en cuanto la dueña de la galería atendió y sin darle oportunidad de explicar quien hablaba, cortó la comunicación. Aliviada, se calzó unas sandalias, cambió las agotadas baterías de la nuca, y salió cantando de la galería.—¡Estos humanos! —exclamó con el obvio propósito de escandalizar al personal técnico y a los restauradores que trabajaban sin ganas sobra una serie de obras acostadas sobre caballetes—. Nunca reconocerán que recibieron un don maravilloso. ¡Si nosotros fuéramos capaces de crear!

1 comentario:

El Titán dijo...

Muy bueno Sergio y muy buena la frase final...