viernes, 29 de octubre de 2010

La feria - Luis Alberto Guiñazú


Al doblar la esquina, me encontré de pronto con la calle cortada por la feria de los viernes.
Prendida de los árboles, Venus se resistía a borrarse ante la incipiente aurora.
Ya las primeras vecinas observaban los frescos productos que se ofrecían al menudeo, lo primero que llegó a recibirme fue el aroma de los dorados churros que crepitaban dulzuras y que en mi estómago cayeron muy bienvenidos, luego de un trasnoche desnutrido y bien regado.
Los pescados de mirar brillante me inundaron con el sabor de las olas del mar austral.
Las puesteras de inmaculados guardapolvos plañían sus potajes de inigualable calidad, sabor y olor a quien se atreviera acercarse por sus carros.
Me alejé seguido por el murmullo de las comadres, que no se perdían de advertir la hora en que regresaba a mi hogar, teniendo a mi esposa en avanzado estado de embarazo.
Me mordí la lengua para no gritarles las palabras atormentadas del no saber a quién pertenecía.

Tomado de: http://pasequelecuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Luis Alberto Guiñazú

2 comentarios:

Mónica Ortelli dijo...

Me gustó. Muy visual, vívida, la feria. Al final, cierra la historia
Saludos!

guiñazu dijo...

Gracias por publicar mis escritos y me alegra encontrar a una lectora agradecida