jueves, 24 de diciembre de 2009

Amores - Rogelio Ramos Signes


Él (Rahamín Jinnáh) era pakistaní, de Karachi; ella (Nieves Mamaní), de acá nomás, de donde la ruta que viene desde Monteros se abre a la izquierda camino a Tafí del Valle. Se conocieron un sábado en la feria de Simoca. Ella vendía empanadas de matambre; y él, elefantitos de madera cubiertos por espejos diminutos. Él, ansioso por mimetizarse, se hizo devoto de la Virgen del Valle; mientras que ella, por el mismo motivo, abrazó la fe hindú. Así fue que juntaron sus dos puestitos en la feria y lo convirtieron en uno. Himalaya y Amalaya fue el nombre que eligieron.
Desde entonces es muy común encontrar espejitos dentro de las empanadas; lo que viene muy bien para mirarse por dentro, según lo que ella piensa ahora. Sin embargo, no sabemos si los elefantitos se acostumbraron al matambre con cebolla de verdeo. Lo que sí pudimos comprobar es que, antes de abrir el puesto, nuestra tucumana se pega una lentejuela en la frente, entre ceja y ceja; y el pakistaní, sin mayores vueltas, coquea todo el día.

2 comentarios:

Ogui dijo...

El amor junta montañas y todo lo que se ponga en el medio... Bueno!!

Salemo dijo...

Concuerdo con Ogui. Y agrego: el amor transforma diferencias de cualquier tipo y las convierte en coincidencias.
Hermoso relato.