miércoles, 26 de agosto de 2009

Terapia para recuerdos invasivos - Alejandro Ramírez


El psicoanalista ha diagnosticado que me aqueja un recuerdo invasivo que ha empezado a ocupar de manera tormentosa todos los resquicios de mi vida. Pienso en ella cuando me acuesto, cuando me levanto, de camino al trabajo, en el trabajo, mientras veo televisión, cuando estoy con mi nueva esposa, cuando estoy sin ella, etc. Es un recuerdo despótico, avasallador e intolerante con las nuevas circunstancias.
El psicoanalista dice que va a aplicar en mí una terapia postmoderna y novedosa para luchar contra ese recuerdo opresor. Dice que va a reemplazar todos esos recuerdos de una manera artificial, pero eficaz, con la ayuda de mi nueva esposa. Vamos a reconstruir todas las escenas más importantes de mi antigua relación hasta que el inconsciente identifique a mi nueva mujer y lentamente sustituya al personaje (y todos los recuerdos) hasta que lleguemos al momento culminante de mi desgracias en el cual, si todo va bien, tendremos que darle un final diferente.
Empezamos con el día en que nos conocimos. He intentado ofrecerle la mayor cantidad de detalles posibles para poder reconstruir exitosamente esa primera cita. El lugar, los atuendos del día, nuestros estados de ánimo, la conversación y el inicio de una hermosa y próspera relación. Luego reconstruimos el día de nuestra boda, el nacimiento de nuestro hijo, el viaje de vacaciones a Cancún, el día de la adquisición de nuestro apartamento, etc., hasta la última escena, el día en que la asesiné.
Mi psicoanalista corre por todo el lugar intentando coordinar todos los detalles y puedo jurar que se siente dirigiendo una escena de Hollywood. Hemos planeado la reconstrucción de esta escena minuciosamente. Mi nueva esposa y yo debemos encontrarnos en el centro comercial y caminar hasta el apartamento (sin discutir y sin mencionar la palabra infidelidad); prepararé la cena como de costumbre (sin arsénico en el vino); iremos a la cama y haremos el amor (sin que ella me destroce la espalda con su uñas) y al día siguiente despertará sonriente a mi lado (no fría y obsesiva, abrazándome casi hasta la asfixia).
En ese momento, dice mi psicoanalista, quedaré liberado de esos recuerdos opresores y podré continuar mi nueva vida.

Tomado de: http://cuentominicuento.blogspot.com/

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

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