jueves, 6 de agosto de 2009

Año hebreo 10.000 – Sergio Gaut vel Hartman


Dijo Moisés: —No tendrás otros dioses. No adorarás imágenes. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo ni su mujer.
Dijo Abraham Cohen Levy: —¿Qué le parece, don Moisés, si aflojamos un poco la mano? Llevamos diez mil años haciéndole caso y lo único que logramos es que nos corran de todas partes. ¿Y si nos quedamos con el sexto mandamiento y prometemos no exagerar con los demás?
Moisés se indignó por las palabras de Abraham y le pidió a Yavhé que arrojara el rayo sobre la Tierra y destruyera a todos los impíos que vivían sobre ella. Pero Yavhé consideró que el pedido de Abraham era razonable; bajó de los cielos, adoptó una forma humana y convenció a Moisés para que cambiara su mala onda por una actitud más positiva. Ahora los tres toman cerveza en la terracita de un bar en una playa cerca de Jaffa, dejan que la brisa del Mediterráneo los acaricie, empiezan a pensar cómo sigue la noche y se permiten conjeturar que amanecerá luminoso y agradable, más agradable que nunca, en los últimos diez mil años.

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