jueves, 28 de mayo de 2009

La criatura - Jacques Sternberg


Como era un planeta de arena muy fina, dorados acantilados, agua esmeralda y recursos nulos, los hombres decidieron transformarlo en centro turístico, sin pretender explotar su suelo, estéril por otra parte.
Los primeros desembarcaron en otoño.
Edificaron algunos balnearios, y cuando llegó el verano pudieron recibir varios centenares de veraneantes. Arribaron, seiscientos cincuenta. Pasaron semanas encantadoras dorándose a los dos soles del planeta, extasiándose con su
paisaje, su clima y la seguridad de que ese mundo carecía de insectos molestos o peces carnívoros.
Pero hacia el 26 de julio, de un solo golpe y al mismo tiempo, el planeta se tragó a todos los veraneantes.
El planeta no poseía más forma de vida que la suya. Era la única criatura viva en ese espacio. Y le gustaban los seres vivos, en particular los hombres.
Sobre todo cuando estaban bronceados, pulidos por el viento y el verano, calientitos y cocidos.

2 comentarios:

Nanim Rekacz dijo...

Muy interesante. Hace poco estaba leyendo acerca de las múltiples posibilidades de las características de la "vida" en otros planetas, que podría ser tan diferente en forma a la terráquea. Hablaban, por ejemplo, de seres de composición cristalina, inmóviles cual piedras, cuyas vidas fueran tan largas como las de éstas.
Este cuento muestra un extremo, un ser todo planeta.
Tal vez, también así sea el nuestro, ¿no? Y nosotros somos apenas unas bacterias para él.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Presumo que el cuento de Sternberg es más antiguo que Solaris de Stanislaw Lem. De cualquier modo, la idea del planeta-organismo aparece en la novela del polaco con gran intensidad y complejidad. A los que no la leyeron y no le temen a la densidad, recomendada.