domingo, 1 de febrero de 2009

Ñumosucción - José Vicente Ortuño


El Maestro Extractor de Jugos clavó con saña el Jeringador en la zona adiposa subcutánea e hizo un gesto al Acólito de Primera. Éste, en devota actitud genuflexa, accionó el Succionador. El cuerpo del Oferente se sacudió sobre el Altar de Ofrendas, cuando sus fluidos adiposos comenzaron a ser transferidos hasta las Sagradas Tinas Sebáceas, donde macerarían en la oscuridad hasta convertirse en los Benditos Coágulos de Ñumoxchtli. 
—¡Infiltración Tumescente! —salmodió el Maestro, haciendo el signo del Estigma de Dicloroxidenoltl. 
—El bien nace de la perfección —canturreó el Acólito sin dejar de bombear.
—¡Quiste infundibular! —el Maestro hizo el signo del Ojo de Xilitoltl. 
—Exégesis Máxima —coreó el Acólito, que comenzaba a sudar por el esfuerzo.
—¡Conotanatodiagnóstico indubitado! —continuó el celebrante haciendo una Reverencia Vicevérsica Descendente.
—Lo que mata es la humedad —respondió el Acólito incrementando el ritmo de bombeo.
—¡Entomología cadavérica! —prosiguió el oficiante girándose hacia el Sagrado Cáliz de Ñok-Koñoltl, que presidía el altar.
—No somos nadie… —añadió el asistente sin parar de bombear.
—¡Deposición Putrilaginosa! —entonó el Maestro Extractor ejecutando un Sagrado Corte de Mangas.
—…pero algunos son menos que otros —continuó el acólito, ya casi sin aliento.
—¡Ácido Acetil Salicílico! —vocalizó el Maestro poniendo énfasis en las tildes.
—Si hay que ir se va… —jadeó el acólito.
—¡Ibuprofeno compósitum! —el Maestro hizo la postura de la Gran Grulla Celeste.
—…pero ir para nada es tontería —resolló el Acólito bombeando con ímpetus renovados.
—¡Spirulina y Jalea Real! —el celebrante cogió el Hisopo Ceremonial, lo sumergió en la Pila de Sudor de Ñumoxchtli y aspergió sobre el Oferente, que temblaba febril.
—Sacarina en el Café —salmodió alargando las sílabas el Acólito, casi al borde de la lipotimia, y detuvo el bombeo a un gesto del Maestro.
—Que los Santos Herejes Lauría y Becerra nos acompañen —dio por terminada la ceremonia—, la Verde y Viscosa Presencia de Ñumoxchtli sea con vosotros —y dicho esto extrajo el Jeringador y aplicó un parche en el agujero supurante. 

El devoto miembro de la Iglesia de la Eterna Liposucción, se marchó a casa con diez kilos menos y la satisfacción de saber que, si esa noche moría, el Divino Ñumoxchtli recibiría su alma con agrado y que, gracias a su desinteresada donación de fluidos, le daría un buen puesto en la Verde y Gelatinosa Cohorte, el Sagrado Coro que canta alabanzas alrededor del Estanque Pútrido Donde Reposa Su Sagrada Viscosidad.

Ya despojados de los atuendos rituales, el Maestro Extractor de Jugos y el Acólito de Primera, se tomaban unas cervezas en el Pub del Monasterio.
—Maestro, ¿crees que todo esto sirve para algo? —preguntó el Acólito mirando a través de su jarra de cerveza—. ¿De verdad la Extracción Sebácea salva el alma de Donante?
—Sinceramente creo que no. ¿De qué le sirven a Ñumoxchtli unos cuantos litros de grasa de yuppie? Pero, mi querida babosa, además de las grasazas se dejan unos miles en euros… —el Maestro eructó satisfecho—…y eso es bueno para las arcas de la Congregación. ¿Acaso estás perdiendo la Fe en el Divino Ñumoxchtli?
—No, Maestro… —dijo el Acólito con humildad mal disimulada y eructó imitando a su mentor—. ¿Pedimos algo de comer? ¿Unos coágulos verdes a la vinagreta? ¿Flan de pus macerado? ¿Unos pinchos de gónadas de macho cabrío?
—¡Déjate de porquerías! —hizo un gesto de repugnancia—. Mejor pide morro de cerdo frito, patatas bravas, queso frito y chipirones, total es sólo para ir abriendo el apetito para la cena. 
—Sí, Maestro —el Acólito dudó un instante—. Esto… Maestro, ¿cuándo podré comprarme un Ferrari como el tuyo?
—Mi pequeña babosa —respondió el Maestro en tono afectuoso—, cuando seas Maestro Extractor de Jugos y tengas tu propio Monasterio, podrás tener lo que quieras. ¡Pero no sueñes más y llama al Lacayo, que tengo hambre!

2 comentarios:

Salemo dijo...

¿Negocios con la fé?.
Perdoneme don José Vicente, pero esto es demasiado fantástico y no tiene ningún tipo de contacto con la realidad.
Por si acaso:a un destapador de píloros ¿cuanto le correspondería?

Nanim Rekacz dijo...

Para leer en la sala de preoperatorio en una clínica de cirugía estética.