sábado, 7 de febrero de 2009

Ciertas ciudades - Adriana Agrelo


A veces los laberintos se construyen como las ciudades orientales. Buscando desorientar al enemigo, nos perdemos en ellos para protegernos. Hemos quemado el plano y siempre caminamos a la deriva pensando que algún día cruzaremos el mismo puente, veremos el mismo rostro agazapado detrás de aquella ventana, pisaremos las mismas calles empedradas y nos sentaremos en las plazas contemplando las fuentes, las estatuas, el enmarañado verdor de ciertos árboles. Y no es así, nunca volvemos a pasar por el mismo sitio en esa extraña ciudad acaracolada, misteriosa, indescifrable. Así es nuestro interior, así el amor.
Si te doy el hilo de mi ovillo me encontrarás en esta u otras ciudades similares, pero no te lo daré, porque el deseo debe contener una búsqueda inquietante, donde el azar nos confirma el destino. Si me ves sobre ese puente o en otros puentes, si me perseguís por calles intrincadas y nos encontramos en un cruce, si dejo mis poemas olvidados en aquel banco de aquella plaza y llegan a tus manos y los leés, aunque mi cuerpo no te encuentre me habrás encontrado, o algo de mí, que no soy enteramente yo sino una de mis máscaras.
Y si camino perdida por las noches y veo una luz en un cuarto de hotel y allí tu cuerpo esperando el prodigio del encuentro y yo loba que olfateando tu rastro me tiendo a tu lado y asisto al rito de devorarte palmo a palmo, sé que luego me perderán las calles y ese puente se desvanecerá, porque los laberintos se rehacen continuamente una vez que creés conocer el camino. Ningún recorrido es gratuito y cada encuentro nos lleva a un desencuentro. No hay despedidas, adioses o pérdidas; dos almas se rozan, dos cuerpos estallan, y la memoria atesora instantes, pequeños fotogramas que juntos van armando la vida. 
Esa vida maravillosa que circula paralela a la vida ordinaria, como el intrincado plano de esas ciudades donde alguna vez sucederá la magia. 

2 comentarios:

Florieclipse dijo...

Me encantan tus cuentos, Adriana.

Ogui dijo...

Bien! ME gusta esa idea Heracliteana de que nunca cruzaremos un puente dos veces. Y todo movido por una fuerza inmensa...