sábado, 21 de febrero de 2009

Armónica Verdura y el milagro - Daniel Alcoba


Primero quiebras, de Fanny Mae, Lehman, Freddie Mac; la caída de Wall Street de noviembre del 2008, el derrumbe de la construcción, las mecánicas, el vestido, la alimentación, los servicios de transporte (mercancías y pasajeros), de las monedas fuertes por orden de peso: dólar, euro, yen, libra, francos suizos, rublo, dinar… 
Y tras el colapso económico social, las guerras de conquista, civiles, de rapiña; y de remate, la Larga Marcha de los orientales hacia el Atlántico, las Guerras Famélicas Prolongadas, la explosión climática y geofísica, una serie de siete catástrofes, la menor de las cuales se llamaría Big GEQ, el terremoto más grande (GEQ: the giant earthquake) que pueda generar el planeta. 
 Cuarenta años después la humanidad sumaba ciento cincuenta millones de cabezas en los seis continentes, las tres cuartas partes de las cuales eran antropófagas. Para frenar el desequilibrio entre crecimiento demográfico y carencia alimentaria aguda: neo malthusianismo radical, caníbal. Se guerreaba y proveía la olla al mismo tiempo. Comeos los unos a los otros, era la norma de vida. 
Los armónicos, una secta ecomística anticaníbal, se había instalado en el valle de San Mauricio, como cooperativa agropecuaria autosuficiente, soberana y fortificada: Armónica Verdura. 
Atesoraban un sistema de riego eficiente y sostenible, bastante agua, compostadoras, un par de grupos electrógenos, una gran piara de cerdos, rebaños de ovejas y cabras, gallinas, patos, tornos de alfarería y carpintería, talleres de herrería, molinillos, aperos agrícolas, sal yodada a montones, semillas, bicicletas, armas de fuego para defenderse de caníbales y ladrones famélicos, misiles tierra /tierra y tierra/aire, explosivos… Y gente, demasiada: niños, muchos; ancianos, más aún. 

Tan pronto como sacó la cabeza de las aguas turbias de la evocación histórica, como quien emerge al mundo desde el pensamiento, Samuel B. oyó que Antílope Macho explicaba a su hermana, Gacela Clara, cuál era la forma más eficiente de remendar su agujereada piel mulata. El chico, en efecto, tenía una doble perforación producida por una bala caníbal de feliz trayectoria, que sólo le había atravesado el cuero y rozado apenas los músculos dorsales. Gacela, equipada con algodón esterilizado, una botella de antiséptico, una gran aguja curva e hilo de cirugía iba a suturar. 
Mientras ello ocurriera, el padre de ambos, Samuel B., se ocuparía del imprevisto suceso acaecido la noche anterior. 
Samuel B. es el artífice de la Reforma General de la Producción Agropecuaria y la Seguridad Social, que logró imponer en la Asamblea Soberana de Armónica Verdura. La hizo sancionar por ser líder de la mayoría parlamentaria, pero también por ofrecer a la comunidad de Armónica Verdura la solución a dos problemas cruciales y de largo arrastre: el suministro forrajero para el ganado y la reforma del sistema de Seguridad Social y Salud Pública. 
Las tierras del cantón eran insuficientes para producir todo el maíz, sorgo, avena… necesarios para la crianza del ganado porcino, ovino, caprino, de las aves. En cuanto a la seguridad social, eran tantas las jubilaciones y pensiones no contributivas a pagar, que el déficit, o la falta de fondos o reservas de víveres e insumos, puesto que las jubilaciones y pensiones se pagaban en forma de alimentos, ropa, medicinas y leña, exigía intervención urgente. 
Samuel B. arguyó desde la estadística y econometría, y también desde la ética. Propuso que Armónica Verdura, en adelante, alimentase a los cerdos con las personas mayores de setenta años que no consiguieran atrapar una carpa con anzuelo y sedal en el lago San Mauricio, la noche de la tercera luna llena de cada año. Quien lograra la gracia de pescar una carpa no sería sacrificado para alimentar cerdos, e indirectamente, a la comunidad, a sus propios hijos y nietos.
Al concurso de pesca debían presentarse todas las personas que hubieran cumplido setenta años entre el tercer plenilunio del año anterior y el día de la tercera luna llena del año en curso inclusive. 
En el lago San Mauricio no había carpas, desde luego. 
Habían transcurrido diez años desde aquella reforma revolucionaria, y Armónica Verdura pudo elevarse desde la crisis alimentaria a la prosperidad, gracias al sacrificio de los mayores de setenta años que cumplieran con la ceremonia de pesca en la noche del tercer plenilunio, el de marzo. La cabaña porcina pudo fortalecerse y el déficit de la Seguridad Social se redujo a cero…
Ahora de pronto, de manera imprevista, llegaba el prodigio: la noche anterior, la del tercer plenilunio, uno de los muchos septuagenarios reciclables de tiempo agotado había pescado una carpa improbable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Borgiano, aunque tal vez Borges no fuera tan erudito en acontecimientos contemporáneos y en los por venir.
El capitalismo es la manzana del paraíso, también en Armónica Verdura.

Guillermo