lunes, 22 de diciembre de 2008

Voyeurs - Beatriz Mingo


Betelgeuse, indignada, le gritaba a Sol: 
—¡Qué poca vergüenza, esas criaturas de carbono tuyas, mirándome el espectro en todas las longitudes de onda! ¡Y ahora pretenden verme hasta las manchas! 
Sol intentaba tranquilizarla 
—A mí me estudian sin descanso, con ahínco, conocen al detalle mi campo magnético... Al principio me avergonzaba, sobre todo cuando estornudaba y se me escapaba un poco de viento solar, pero luego estuve observándolas y me di cuenta: en realidad las pobres sólo ven números.
—¿Números? ¿De verdad ven números? ¡Ah, Pobres criaturas, qué inocentes! —Betelgeuse no podía parar de reír—. Esto tengo que contárselo a Rígel, que siempre anda tan preocupada por su aspecto, seguro que le encanta.
Por supuesto, Sol se cuidó mucho de no mencionar a los dinosaurios. Ahí tuvo que intervenir: estuvieron demasiado cerca de descubrir su secreto. Por suerte fue fácil, bastó con tirar un poquito del asteroide adecuado. Pero no convenía excitar demasiado a Betelgeuse con estas historias, ya se sabe que las estrellas masivas cuando se hacen viejas tienden a adquirir un carácter explosivo.

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